Un lunes de final de enero de 2019, aparecen dos cadáveres en la Cala del Aceite en Conil, Cádiz. Se trata de una mujer muy joven y un hombre maduro. El hombre tiene un disparo en el pecho y la mujer un tiro en la sien. La policía acordona la zona y llega a la escena del crimen la inspectora Adriana García, una madrileña afincada en Cádiz, que será la encargada de investigar el caso junto a su equipo. Todo parece indicar que se trata de un crimen pasional, pero la inspectora García sospecha desde el principio que la escena del crimen ha sido manipulada y está preparada para dar esa impresión. Pronto se descubre que la víctima es Mónica Fernández Garrido, la única hija de un importante ganadero de la zona y el hombre, Mario Márquez, un colombiano que era el chófer de la familia. Mónica había dicho que iba a pasar unos días de vacaciones a Sotogrande con su amiga de la infancia, Alicia López Bernal, hija de uno de los mejores amigos de su padre. Junto al entramado de relaciones, con sus pasiones y celos, poco a poco se irán desvelando los negocios turbios que se desarrollan en el local Brisas, situado en Puerto Sherry y centro del ocio juvenil nocturno. A través del desarrollo de la investigación se van conociendo los diferentes personajes, su vinculación con el caso, pero también sus caracteres y experiencias personales. El caso se cierra justo en el inicio de la pandemia del Covid, aunque hay algunas consecuencias posteriores que sucederán en pleno confinamiento.